sábado, 26 de febrero de 2011

Mi primer parto

Estoy dormida. A las seis de la mañana me despierto, algo sobresaltada, siento una especie de pinchazo. Un momento de atención. Nada. Sigo durmiendo.
 
Despertador. Hay que levantarse porque hoy salimos de cuentas, es el día de la fecha probable de parto y toca monitores.
El aparato detecta alguna contracción de la que no soy ni consciente. Para casa y cita para otro día. No tengo que ir si he dado a luz. ¡Menos mal que me lo aclaran!
 
Paseo tranquilo hasta casa, sin novedad en el frente.
 
Comida: arroz con tomate y huevo frito. No lo puedo terminar. Comienzan unos dolores cada vez más intensos. Estoy con mi madre y con el futuro padre de la criatura. Voy buscando posturas de lo más extraño para sentirme cómoda.
 
-¡Puf! contracción fuerte. ¿Hora?
-Las 16:01
-Ya se pasa.
-Otra, ¿hora?
-Las 16:06
 
Pasa el rato. Me hago la valiente pero cada vez duele más. Empezamos a pensar en ir a la maternidad, pero con calma, no quiero que me devuelvan a casa.
 
-¡Mamá, noto algo raro, tengo ganas de empujar!
Este es el inicio. Mi madre le dice al casi papá que vaya a por la bolsa, que nos vemos en el garaje.
-Otra, ya respiro, ya respiro.
 
Al coche. Aquí no me puedo mover a mi antojo. Suerte que el recorrido es corto. Son las 16:30.
 
Llegada a la maternidad. Mostrador.
-¿Qué le pasa?
Contracción tremenda, no puedo ni hablar. Me recupero.
-Creo que estoy de parto.
Tarjeta sanitaria. Datos. Al fin me dicen que pase a la sala de espera. Me llamarán.
 
Otro par de contracciones y lo prometido es deuda. Me llaman.
 
Paso con más verguenza que miedo, soy primeriza y... ¿si no estoy de parto?, ¿si es una falsa alarma?
 
Exploración y millón de preguntas que no acierto a contestar. Sigo con dolores.
-¿Vives muy lejos?
-¿Por qué has esperado tanto?
-¿Como siendo primeriza no has venido antes?
Estas de parto, has dilatado 6 centímetros. Ahora te suben al paritorio.
 
Viaje en ascensor sentada en una silla de ruedas.
 
Llegada al paritorio. Comienzan a entrar y salir personas a las que no conozco, pero todas sonrien, tratan de tranquilizarme. Se agradece.
-¿Y el padre?
Dicho y hecho. Entra por la puerta.
 
-¿Quieres la epidural?
Contracción espectacular.
-Siiiiiiii, por favor.
-Tienes que firmar un consentimiento.
-Y otra hipoteca si quereis. Lo que haga falta.
Firmo como puedo, por supuesto, sin leer.
 
Exploración.
-Los anestesistas tienen una urgencia, vendrán enseguida.
-La epidural ya, ¡no puedo más!
 
Pasa el rato. Por fín llegan los anestesistas, esos ángeles que llevo rato esperando.
-Ya no merece la pena ponerte la epidural. Has pasado lo peor. Esto va rápido.
-¡Quiero la epidural! ¡Me estoy muriendo! ¡No puedo más!
Se lo piensan un rato que se me hace enterno.
-No te vas a morir, todas podeis.
 
De lado, destrozando la mano del futuro, me ponen la dichosa anestesía. Me han prohibido moverme lo más mínimo, algo que cuando llegan las contracciones me parece imposible.
Prueba superada, ya está puesta. En breve hará efecto.
 
Exploración.
-Esto ya está.
-¿Está? Me muero de dolor. No puedo más. ¡Ahh!
Pasa por allí una enfermera, me mira y me pregunta que si no he ido a las clases de preparación al parto. La miro, no puedo ni contestar. ¿No te han enseñado a respirar? Como sigas gritando así mañana estarás afónica.
¡Como si eso fuera un problema!, mi inquietud ahora es sí habrá mañana, me muero de dolor. Si, claro que he ido, pero como si nada, no me acuerdo de los tipos de contracciones, ni de como se respira, ni de mi nombre.
Sonrie. Me recuerda como debo respirar, según empieza a explicarmelo recuerdo todo lo que tengo que hacer.
 
-¡Voy a empujar!
-Adelante, en la siguiente contracción empuja con todas tus fuerzas y recuerda, respira, no grites.
Primer empujón: cabeza fuera.
 
Sonido de cámara de fotos disparada, seguido de un segundo de silencio sepulcral.
-¿Pero que haces? No pueden hacerse fotos aquí dentro, guarda eso inmadiatamente.
Pienso: pobre hija mía: ¡qué padre le ha tocado! ¡haciendo fotos!
 
-Venga, fenomenal, la cabeza está fuera. ¿Ves como puedes? Lo estás haciendo muy bien. Descansa hasta la siguiente.
-Ya está aquí, tengo que empujar.
Segundo empujón: bebé fuera.
 
Pienso: no volveré a pasar por esto en mi vida, nunca más. Me colocan al bebé sobre la tripa, lo siento. Vuelvo a pensar: pasaría por esto otra vez ahora mismo. Soy la mujer más feliz del mundo. son las cinco y media de la tarde.
 

7 comentarios:

LadyA dijo...

a mi, la comadrona ni se molesto en en enseñarme a respirar...me dijo que, llegado el momento no me iba a acoradr y, por tanto, no valía la pena perder el tiempo....

Anónimo dijo...

¡Precioso! Sobre todo el final. "Pasaría por esto otra vez ahora mismo."
;)

:-) dijo...

Me ha encantado, me trae muy buenos recuerdos... pinta bien este nuevo blog. Felicidades

Ana dijo...

Hola!! que bonito tu relato!!desde luego, el parto es una experiencia única...

Tu blog tiene muy buena pinta, intentaré leerte siempre que pueda.

Si quieres conocerme, visitame en http://creciendocondavid.blogspot.com/

Saludos.

@Mousikh dijo...

Genial que te hayas animado a escribir un blog. Deseando conocer más cosas de ti. Saludos

Marta dijo...

Muchas gracias por leer estas historias y animarme en los comienzos del blog

Carol dijo...

Me encanta el final... Me emocioné.